stoy convencido de que las personas que nos dedicamos a las relaciones públicas somos paralelamente constructores de puentes, porque los puentes acortan distancias, libran obstáculos, acercan y comunican.
Vivir en la ciudad fronteriza con el mayor número de cruces legales entre México y Estados Unidos es un reto y un gran privilegio. Aquí convergen dos ciudades, dos culturas, dos idiomas: San Diego y Tijuana, California y Baja California, el mismo clima, aire, agua, e incluso alcaldes. Muchos de sus pobladores estamos parte de nuestro día en un país y la otra parte en el otro, por trabajo, estudios, comercio, turismo o residencia. Cruzamos, desde hace más de un siglo, esa línea imaginaria que luego se materializó con una cerca de cables de acero, después un muro, dos, y en algunas regiones hasta tres muros que corren desde las montañas y desiertos hasta introducirse literalmente al Océano Pacífico.
Estados Unidos y México comparten y seguirán compartiendo una extensa línea fronteriza de más de tres mil kilómetros de este a oeste cuya geografía hace coincidir a diez estados: California, Arizona, Nuevo México, Texas, Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Con una población aproximada de 13 millones de habitantes, las diez áreas metropolitanas transfronterizas poseen un producto interno bruto mucho más significativo que el de varios países del mundo.
La aparición del virus me hizo dudarlo por todo lo que estaba sucediendo, pero finalmente no me equivoqué ya que después de la primera ola, en junio de 2020, al ver lo que estaba sucediendo desde otra perspectiva y las acciones que se tomaron como el quedarnos en casa, la suspensión de vuelos, traslados en auto o transporte público y el dejar de trabajar en las oficinas, permitió que algunas especies del reino animal recuperaran territorios antes inaccesibles para ellos; que el cielo, libre de contaminación, fuese mucho más claro; que las estrellas brillaran de nuevo en sitios que hace mucho tiempo ya era imposible poder admirarlas.
Pero, sobre todo, nos permitió a los humanos mirar hacia adentro, hacer ejercicios de introspección y apreciar lo que tenemos al alcance de la mano: eso que muchas veces por miopía no nos damos cuenta de que ahí está, que ha estado ahí siempre.
La enseñanza de estos meses me dejó claro que, en cualquier actividad de nuestra vida, de un minuto a otro, las fuerzas de la coyuntura nos pueden cerrar las fronteras físicas, pero, principalmente, las mentales e imaginarias, y que efectivamente, toda crisis es una oportunidad lo que me lleva a pensar en lo que hago cuando mi laptop se congela y deja de responder. Tengo tres opciones: 1) La apago, 2) La duermo y/o 3) La reinicio. Para mí, la tercera opción es la adecuada porque me impulsa a continuar a pesar de lo sucedido.
Requerimos un plan para llegar a estar y permanecer en ese lugar: debemos identificar prioridades, establecer objetivos medibles y por supuesto, superar obstáculos y derribar muros.
Pero, primero preguntémonos:
- ¿Por qué me gustaría estar en el puente de mando?
- ¿En qué me gustaría influir?
- ¿Quién puede ayudarme a lograrlo?
- ¿Cómo y en qué se beneficia la comunidad con mi participación?
Hay que tener la visión y el valor para poner manos a la obra y construir puentes que sobrevivan las próximas pandemias y situaciones criticas que se nos presenten.
Requerimos de valores como la confianza, honestidad, lealtad, compromiso con la verdad, transparencia, ética y la equidad para que actúen como sólidos pilares de nuestros puentes y lograr sobrevivir a cualquier situación crítica.
Soñemos. Aprendamos a ver las cosas desde otra perspectiva. Pensemos diferente. Tengamos nuestro radar activado las 24 horas los 365 días del año. Detectemos oportunidades y posibles amenazas.
Seamos lo suficientemente humildes para escuchar, retroalimentarnos y aprender de los demás, sin importar a qué generación pertenezcan las opiniones.
Existe un recurso que sin excepción todos tenemos en común: ¡El Tiempo! Aprendamos a administrarlo, porque sólo contamos con 1440 minutos al día NO renovables.
Hace poco más de 50 años, en su libro “El Shock del Futuro” Alvin Toffler nos dijo que “La sociedad necesita gente que sepa ser compasiva y honesta. La sociedad necesita todo tipo de habilidades que no sólo son cognitivas; también emotivas y afectivas. No se puede hacer funcional a la sociedad basada sólo en datos y computadoras”.
Hoy más que nunca, tenemos la gran oportunidad y el compromiso de sentarnos a la mesa y llevar nuestra silla a dimensiones inimaginables para construir puentes que generen confianza, acorten distancias, fortalezcan la reputación, comuniquen mensajes claros y trasciendan generaciones, aprovechando las extraordinarias herramientas que nos brinda la tecnología y sin descuidar hacer todo con el corazón: ya que es precisamente ahí, en el corazón, donde el amor reside, y con ello estaremos contribuyendo a que los humanos seamos más humanos y solidarios en una sociedad mejor informada para beneficio de todos.
D’Garay es aficionado al ciclismo y a la fotografía. A lo largo de su carrera ha tenido la oportunidad de viajar por varias regiones del mundo asesorando a sus diversos clientes. Su éxito en este campo es el resultado de su pasión por el aprendizaje permanente. Como profesional de las relaciones públicas, se enorgullece de “construir puentes” y fortalecer el bien común en las regiones en las que ha tenido el privilegio de trabajar.
Ha sido el primer mexicano en servir como director general en el Consejo Directivo de la Sociedad de Relaciones Públicas de América (PRSA 2020-2021). Hoy en día también se desempeña como Copresidente en el Comité de Asuntos Globales de PRSA; Vicepresidente de la Asociación Mexicana de Profesionales de las Relaciones Públicas (PRORP MÉXICO); Director para México de la Red Iberoamericana de Relaciones Públicas (REDIRP) con sede en Argentina y es uno de los nueve miembros del Consejo Regional de América del Norte de la Alianza Global de Relaciones Públicas y Comunicaciones con sede en Suiza.
D’Garay es aficionado al ciclismo y a la fotografía. A lo largo de su carrera ha tenido la oportunidad de viajar por varias regiones del mundo asesorando a sus diversos clientes. Su éxito en este campo es el resultado de su pasión por el aprendizaje permanente. Como profesional de las relaciones públicas, se enorgullece de “construir puentes” y fortalecer el bien común en las regiones en las que ha tenido el privilegio de trabajar.
Ha sido el primer mexicano en servir como director general en el Consejo Directivo de la Sociedad de Relaciones Públicas de América (PRSA 2020-2021). Hoy en día también se desempeña como Copresidente en el Comité de Asuntos Globales de PRSA; Vicepresidente de la Asociación Mexicana de Profesionales de las Relaciones Públicas (PRORP MÉXICO); Director para México de la Red Iberoamericana de Relaciones Públicas (REDIRP) con sede en Argentina y es uno de los nueve miembros del Consejo Regional de América del Norte de la Alianza Global de Relaciones Públicas y Comunicaciones con sede en Suiza.