prendí una de mis lecciones de vida más importantes en un día que me asustó hasta la muerte. Estaba aprendiendo a surfear durante un hermoso día, aunque el oleaje de San Diego estaba muy por encima de mi habilidad de novato. Intente surfear una ola que no debería haber intentado. Me caí violentamente, y la ola era tan poderosa que me empujó de cabeza hasta el fondo del océano, golpeando mi cuello contra la arena.
Segundos antes, había estado en la fila de surfeadores en aguas profundas. Y ahora? No entendia como una ola me podia haber tirado tan instantaneamente y con tanto poder como un cohete hasta el fondo del oceano. Traté de subir a la superficie, y justo cuando vi la luz del día y pensé que iba a recuperar el aliento, otra ola se estrelló en mi cabeza, enviándome al fondo, dejandome incapaz de respirar. Estaba atrapada en el torbellino del océano del caos, asustada y preguntándome si así se ahogan los surfistas. Estaba cayendo en todas direcciones, girando impotente en la oscuridad sin idea de donde estaba arriba o donde estaba el fondo. No sabía dónde estaba mi tabla de surfear o si me golpearía en la cabeza, cuánto tiempo más podría pasar sin respirar, o si podría respirar de nuevo.
Nunca olvidaré cómo finalmente salí de ese peligro. Me acordé del consejo que un dia me dijo un surfista experimentado, consejo que pensé que nunca necesitaría: "Si entras en pánico en el oceano, pierdes oxígeno, y así es como los surfistas se ahogan". Así que me relajé y esperé lo que parecía una eternidad para que el caos del mar tan furioso se desapareceria antes de flotar fácilmente de nuevo a la superficie. Lo que había sido tan aterrador segundos antes terminó siendo tan simple de salir cuando finalmente me relajé y dejé que las cosas se resolvieran solas.
Cuando subi a la superficie, tuve una epifanía. "Esto es como el estrés en la vida", pensé mientras remaba de nuevo acia los otros surfiadores para intentarlo de nuevo. Fue un momento en el que mi vida cambió para siempre. Antes de eso, yo había vivido absorbida por el caos, el drama y el estrés. Si alguien me hubiera trataro de envolverme en ella, me habria esforzaro tanto por salir de ella que sólo me habria undido en lo más profundo, como esa aterradora ola. Ese dia, cuando alcance la superficie y pude respirar, me di cuenta de que era una valiosa lección de vida.
Al sentir estrés en la vida o en el trabajo, es como si nos ahogamos. No sabemos hacia dónde acabara, y eso nos agobia. Muchas veces, solamente debemos ignorar esos momentos estresantes y caóticos, para que se difuminen hasta que desaparezcan.
Sentada en mi tabla de surfear con los otros surfistas me quede pensando en las veces que he recibido lo que habría sido un mensaje personal molesto, pero no lo vi porque no estaba disponible, y para cuando estaba libre y capaz de comprobar mensajes, la emergencia ya estaba resuelta. Mi participación en el caos era innecesaria. El drama y el caos se habían ido, al igual que la amenaca de la ola que me había impedido respirar. Todo lo que tenía que hacer en esos desagradables y estresantes momentos de la vida personal era relajarme y no hacer nada… confíar en mí misma a través del caos y esperar a resurgir.
Una amiga mía que no sabía cómo surfear estaba en la vorágine de su carrera y la vida y necesitaba escuchar esta lección. Me llamó tan estresada que la hice subir al auto conmigo y hacer el viaje de 50 minutos en auto de Houston a Galveston, Texas. Hay un fenómeno llamado "espacio azul", la presencia de cuerpos naturales de agua que los estudios muestran nos relajan y nos hacen más felices. Sabía que lo necesitaba inmediatamente, y siempre estoy dispuesta a estar cerca del océano.
Recientemente, a los 50 años, aprendí a surfear y me ha enseñado a vivir concientemente cada momento. Observo cómo el surfeo imita nuestras luchas y triunfos de muchas maneras, ofreciendo lecciones de vida y carrera a aquellos que prestan atención. Mi favorita de todos fue la lección que aprendí de esa experencia tan perligrosa, y la recuerdo muchas veces desde entonces para ayudarme en momentos estresantes con el fin de eliminar el caos de mi vida. Mi amiga no es surfista, pero yo sabía que era un momento en el que ella se se podria beneficiar de esa lección.
Le dije que la vida, como el océano, siempre está cambiando y no tenemos control sobre ella. Sólo podemos controlarnos a nosotros mismos. Cuando estoy surfeando, lo que es constante es mi reacción al océano. Mientras estoy sentada en mi tabla de surfear esperando olas, no tengo control sobre lo que el océano está haciendo. La turbulencia es increíblemente aterradora, e inicialmente me aterraba, al igual que un evento de vida estresante como una pérdida de trabajo, un gran cambio o un divorcio.
Los pensamientos que pasaban por mi mente cuando una ola me tragava tomavan gran parte de mi energía y creavan más miedo y estrés. Después de que aprendí a confiar en mí misma y a relajarme en el torbellino del océano, comencé a subir a la superficie más rápido, y mis caidas ya no me asustaban ni me afectavan. Sigo cayendo, pero cómo manejo la situación con mas calma, eso marca toda la diferencia.
Le sugerí a mi amiga que diera un paso atrás de sus problemas, que no hiciera nada más que relajarse y confiar en que el estrés y el caos pasarían y todo saldría bien al final. Le dije que cuando pueda confiar en sí misma en medio de las turbulencias que ocurren en su vida y en su mundo, reaccionariá mejor y eliminariá el caos.
Siempre habra caos, y siempre tendremos problemas. No podemos evitarlos. Es nuestra reacción a ellos que podemos controlar. Esa es la lección más grande que he sacado del surfeo: toda caída, igual que las crises en la vida, dependen de como las manejamos y el efecto que dejamos que tengan en nosotros.
Mi amiga y yo caminamos y hablamos durante más de una hora, y pude sentir que su estrés se desvanecía. No estaba segura de si era por el espacio azul o por mi analogía hasta que se volvió hacia mí con una enorme sonrisa. Recientemente había iniciado un canal de YouTube de videos inspiradores llamado “Live Inspired“. Cuando nuestros ojos se encontraron, dijo: “Siento que acabas de tener un momento de ‘Hey, y’all'”, refiriéndose al saludo de apertura de mis videos. “Esto fue muy útil, y creo que necesitas grabarlo para ayudar a los demás”. Y así lo hice.
Marisa Vallbona, APR, Fellow PRSA, es fundadora y presidenta de CIM Inc PR, una empresa de relaciones públicas, la cual durante sus 30 anos a obtinido varios premios y tiene oficinas en California y Texas. En sus momentos de oceo, disfruta surfeando, esquiando, viajando, y pasando gratos momentos con sus hijos.
Marisa Vallbona, APR, Fellow PRSA, es fundadora y presidenta de CIM Inc PR, una empresa de relaciones públicas, la cual durante sus 30 anos a obtinido varios premios y tiene oficinas en California y Texas. En sus momentos de oceo, disfruta surfeando, esquiando, viajando, y pasando gratos momentos con sus hijos.