Traducción: Victoria Alomar, Stacey Alba Skar-Hawkins, Pilar DeCola, Verónica Ordóñez, Esteisy Reynoso

odo lo que creía ser mi mundo se derrumbó después de una tragedia que experimenté hace siete años. Jesse, mi hijo de seis años, fue brutalmente asesinado en su aula de primer grado en la escuela primaria Sandy Hook en Newtown, Connecticut. Fue uno de los peores tiroteos escolares en la historia de los Estados Unidos. El apoyo que recibí, mi determinación de ser parte de la solución a los problemas que causaron esta tragedia y el haber aprendido sobre la inteligencia social y emocional me permitieron tomar control de mi vida por primera vez. Me convertí en la conductora del tren en lugar de ser sólo su pasajera.

Sabía de la neurociencia que cada pensamiento nos impacta a nivel celular y nos lleva a consumirnos o florecer. Tenemos 50 000 a 70 000 pensamientos diarios, la mayoría de los cuales son negativos y repetitivos. Los pensamientos que elegimos crean la percepción de nuestra realidad. Expliqué que toda esta tragedia comenzó con un pensamiento de enojo en la mente del tirador y que un pensamiento de enojo puede transformarse. Luego les pedí a todos que tomaran una pausa de reflexión para considerar sus pensamientos y que cambiaran un pensamiento de enojo por uno amoroso cada día. Al hacer esto, les dije, tendrán un impacto positivo en sí mismos y en los que están a su alrededor. A través del efecto dominó, ayudarán a hacer del mundo un lugar más seguro, pacífico y acogedor.   

Recibí una acogida increíble de esa breve charla. Una semana después, la gente me dijo que un acto sencillo había transformado sus vidas por completo. Vi que simplemente la conciencia de nuestros pensamientos puede tener un impacto poderoso y extenso en las vidas de las personas y en el mundo que nos rodea. Si nosotros, como sociedad, nos empoderáramos para elegir el amor, todos podríamos formar parte de una solución para reducir, e incluso prevenir, gran parte del sufrimiento que vemos en nuestras escuelas y que se refleja en la sociedad.  

El día siguiente una terapista llegó a mi casa, se arrodilló a mi lado y me dijo que ella también había perdido a su hijo. Comprendí inmediatamente que ella entendía mi dolor cuando nuestras miradas se encontraron, la mía buscando el camino para seguir adelante. Ella dijo de manera inequívoca que siempre experimentaría el dolor que sentía en ese momento. Inmediatamente me levanté la mano para detenerla. “Tal vez esa sea tu experiencia” le dije con convicción, “pero no será la mía”. 

Yo sabía que no podría vivir con la pena. En ese momento decidí que no iba a convertirme en otra víctima de la tragedia sino que elegiría mi propio camino. Finalmente, decidí elegir el amor. 

Sabía de la neurociencia que cada pensamiento nos impacta a nivel celular y nos lleva a consumirnos o florecer. Tenemos 50 000 a 70 000 pensamientos diarios, la mayoría de los cuales son negativos y repetitivos. Los pensamientos que elegimos crean la percepción de nuestra realidad. Expliqué que toda esta tragedia comenzó con un pensamiento de enojo en la mente del tirador y que un pensamiento de enojo puede transformarse. Luego les pedí a todos que tomaran una pausa de reflexión para considerar sus pensamientos y que cambiaran un pensamiento de enojo por uno amoroso cada día. Al hacer esto, les dije, tendrán un impacto positivo en sí mismos y en los que están a su alrededor. A través del efecto dominó, ayudarán a hacer del mundo un lugar más seguro, pacífico y acogedor.   

Recibí una acogida increíble de esa breve charla. Una semana después, la gente me dijo que un acto sencillo había transformado sus vidas por completo. Vi que simplemente la conciencia de nuestros pensamientos puede tener un impacto poderoso y extenso en las vidas de las personas y en el mundo que nos rodea. Si nosotros, como sociedad, nos empoderáramos para elegir el amor, todos podríamos formar parte de una solución para reducir, e incluso prevenir, gran parte del sufrimiento que vemos en nuestras escuelas y que se refleja en la sociedad.  

Yo sabía que no podría vivir con la pena. En ese momento decidí que no iba a convertirme en otra víctima de la tragedia sino que elegiría mi propio camino. Finalmente, decidí elegir el amor. 

Normalmente cuando algo malo ocurre, buscamos al culpable. Pero mientras el mundo culpaba al tirador y a su madre soltera, yo sentía compasión por ellos. Si en realidad ellos tenían toda la culpa, ¿por qué había ocurrido esto tantas veces anteriormente y por qué sigue ocurriendo? El destino de estos individuos heridos es el resultado de su ambiente. El nivel de inteligencia social y emocional que ellos han desarrollado determina sus acciones y sus reacciones. Me di cuenta de que necesitamos enseñarles a nuestros hijos las aptitudes personales que nos permiten tener relaciones sanas, manejar nuestras emociones, ser capaces de adaptación y de recuperación, tomar decisiones responsables y, a fin de cuentas, responder con amor. No podemos elegir siempre lo que nos ocurre pero siempre podemos elegir nuestra respuesta con cuidado cuando poseemos estas aptitudes. No tenemos que ser víctimas de nuestras circunstancias. Nuestra habilidad para recuperar nuestro poder personal depende de la educación y la conciencia.

Mientras que antes me la pasaba corriendo desde la mañana hasta el anochecer con una lista infinita de quehaceres, ahora me dedicaba a sentarme y pensar. Perder a un hijo me dio una perspectiva profundamente nueva sobre mis temores. En vez de preocuparme por una evaluación que viniera de mi jefe, mi jubilación o las dificultades en una relación, experimentaba la peor pesadilla de cualquier padre o madre de familia. ¿Qué más importaba? La serenidad irreal parecía fuera de lugar en medio de la destrucción absoluta. Analicé mi vida y comprendí que casi todas mis decisiones desde la universidad que elegí asistir hasta mis relaciones íntimas y mi profesión estaban todas basadas en el temor. A partir de ese momento, decidí elegir el amor de manera consciente como inspiración para cada decisión que tomara. 

Mi hijo había usado sus últimos momentos para salvarles la vida a nueve de sus compañeros de clase. Cuando el tirador irrumpió en su salón de clase, su arma se quedó sin balas. Mientras la recargaba, Jesse llamó a sus amigos para que huyeran y él permaneció al lado de su adorada maestra. Su coraje es el modelo supremo de presencia y valentía. Sabía que yo tenía la misma valentía, como también todas las demás personas. La valentía es como un músculo que tenemos que usar para fortalecer. Esta comprensión me ayudó a agradecer lo que tenía, perdonar lo impensable y salir de mi dolor para comenzar un movimiento mundial. 

Cuando volví a casa por primera vez, encontré un mensaje que Jesse había escrito en el pizarrón de nuestra cocina en su ortografía de niño, “Norurting Helinn Love” (cariñoso, reparador, amor) Comprendí de inmediato que, si el tirador hubiera podido dar y recibir amor cariñoso y reparador, la tragedia nunca habría sucedido. Este mensaje me conmovió, dándome el deseo de recuperar mi poder personal a través del perdón. No iba a dejar que el joven con problemas que asesinó a mi hijo arruinara mi vida ni que afectara negativamente al hermano de Jesse, JT. 

Decidí concentrarme en terminar con el sufrimiento que crea los problemas que nuestras escuelas están experimentando, el mismo que afecta a nuestras familias, nuestros entornos laborales y nuestra sociedad. De la valentía de Jesse como modelo y del significado de cada una de las palabras del mensaje de Jesse, se dio una fórmula universal para elegir el amor en cada situación: La Valentía + La Gratitud + La Perdón + La Compasión en Acción = Elegir el Amor. Esto se convirtió en nuestra misión. Establecí una organización sin fines de lucro, el Jesse Lewis Choose Love Movement, para que todos pudieran formar parte de la solución. El deseo y la necesidad de amar y de ser amados nos une a todos, independientemente de cualquier diferencia percibida. La investigación ha demostrado que aprender aptitudes, herramientas y actitudes sociales y emocionales es un indicador de éxito futuro. La programación gratuita que ofrecemos llega a personas de todas las edades; incluye hogares, comunidades e incluso equipos deportivos. El resultado son personas conectadas, empoderadas, y capaces de adaptación y de recuperación. Adquirir estas aptitudes les puede garantizar vidas saludables, relevantes y llenas de propósito. 

Encontré mi propósito al responder concienzudamente a la tragedia. Tomar conciencia, incluso al sentir dolor, me permitió recuperar mi poder personal y usar mi experiencia como plataforma para ofrecer una solución proactiva. En lugar de estar en contra de algo, elegí estar a favor de algo: la inteligencia social y emocional, la seguridad y el bienestar de nuestros hijos, el amor. Me siento centrada, enfocada y en paz, más que nunca. Esto podría parecer paradójico dada mi pérdida. El crecimiento postraumático que experimenté me permitió usar la tragedia como algo que puede mejorar nuestro mundo. Este crecimiento personal me ayudó a perdonar y a sentir compasión en vez de concentrarme en el dolor y el sufrimiento. Elegí responder concienzudamente con amor en lugar de reaccionar con ira, resentimiento y temor, y esto ha marcado la diferencia en mi vida y en la vida de otros por todo el mundo. El poder de elegir el amor está creando un efecto dominó positivo por todo el mundo. 

Las epidemias del bullying, las drogas, el encarcelamiento y las enfermedades mentales (incluyendo la ansiedad, la depresión y el suicidio) pueden reducirse y prevenirse si elegimos el amor y si desarrollamos la inteligencia social y emocional. Estas aptitudes no son innatas; tenemos que aprenderlas en casa, en la escuela y en el trabajo. Y cuando hacemos eso, los beneficios nos duran toda la vida. De hecho, practicamos nuestras aptitudes sociales y emocionales diariamente. Esto tiene un impacto positivo en cada persona y ¡nos permite ser el cambio que deseamos ver en el mundo!

• Recuperé mi poder y el control de mi vida al tomar conciencia, incluso al sentir dolor.
• Yo decidí enfocarme en el futuro, en soluciones, y conté con mis relaciones con otros para contribuir.
• Decidí demostrar una respuesta valiente y concienzuda para mi hijo mayor, lo cual, al fin y al cabo, me ayudó a fortalecerme a mí.
• Practico la fórmula de elegir el amor todo el día, cada día.
• Practico la valentía para levantarme, alzar la voz y ser parte de la solución.
• Yo elijo estar agradecida, incluso cuando las cosas no salen de mi manera.
• Yo perdono y continuaré este proceso por el resto de mi vida. Al tomar esta decisión, recupero mi poder personal y me libero del sufrimiento.
• También practico la compasión en acción saliendo de mi zona de comodidad para ayudar a otros.

Elegir el amor es eso y es lo que todos podemos hacer concienzudamente para responder en cualquier situación, circunstancia o interacción. La investigación científica confirma que elegir el amor nos puede dar beneficios físicos, psicológicos y emocionales. Es una opción cuando tomamos conciencia y cuando hemos aprendido las aptitudes personales.